Siguen la ruta de mis ilusiones

Empezamos a contar desde cero. Este blog es nuevecito.

lunes, 27 de abril de 2015

Taxista "GPS maniac", con pies de plomo

El aterrizaje fue glorioso para mí y para los pasajeros que compartieron filas con incordios. 

El chofer hindú nos estaba esperando a nosotros y a los $65 ($60+ propina). Lo encontramos como siempre: con pocas palabras. Ya sabía (mediante mensaje de texto) que viajábamos con dos maletas pequeñas, una de mano, mi bolso y el GoGo de 4 ruedas. A mi esposo se le ocurrió llevar el maletín y su compu de trabajo (no sé para qué).

Llegamos bajo un tremendo aguacero, pero el taxi nos esperaba bajo techo. A mí sólo me preocupaba el pie “de plomo” de Issa en el acelerador. No le puedes pedir a un hindú que deje de mirar el GPS de una ruta que conoce de memoria y que baje la velocidad de su taxi/city car/deluxe negro.

Pero tampoco quería que muriéramos fuera de nuestro país, en un accidente de tránsito mientras nos dirigíamos a un hospital donde trataban de ayudarme a extender mis días y a alcanzar mejor calidad de vida.

Creo que Issa interpretó nuestro pánico al mirar mi palidez facial y la cara de jugador de póker de mi Santo Esposo.

Cuando por fin redujo la velocidad, pude mirar el skyline de la ciudad de Houston. El mismo del viaje de agosto del 2010, cuando me hicieron la primera craneotomía fuera de mi país. El mismo que vimos en el viaje de seguimiento seis meses después. Más o menos el mismo de mayo de 2014 y parecidísimo al del 1ro. de septiembre de 2014, cuando fuimos para el proceso de las 28 radiaciones.

El hotel para los pacientes no hospitalizados todavía no había recibido la primavera, pero no nos hicieron falta las flores. La alegría de maleteros, conductores del trolley y todo el personal, validaron la estación...

El vuelo hacia Houston

Hice el viaje a Houston con los nervios de punta. Al menor amago de turbulencia, yo estaba segura de que había un terrorista en la cabina, amenazando a los pilotos para que le clavaran el pico de la nave a algún punto del Triángulo de las Bermudas.

No tomé líquidos ni medicamentos para evadir su efecto diurético, y así, evitar ir al baño 3 veces en un periodo de 4 horas -al hombro de mi esposo- como es usual, especialmente después de la fractura de mi clavícula.

Fui al baño del avión una vez… [al hombro, al de los pasajeros de "primera clase", pilotos y tripulación], mientras yo intentaba orinar y controlar los sustos de un vuelo turbulento, un sobrecargo tapó con una frisa la escena que todos imaginaban por mis gemidos de dolor.

Todo esto, con mi esposo medio/dentro del minúsculo espacio que se atreven a rotular con los dos símbolos de nene y nena y el signo de "wheelchair accesible" que deben tener los servicios sanitarios dignos.

Y no me quejo mas, porque pude ejecutar el Plan de Eliminación de Desperdicios Líquidos efectivamente...

lunes, 13 de abril de 2015

Ya -casi, casi- estoy en Jiuston...

Demasiados eventos en poquísimo tiempo.

Actualizo: el viernes fue de locura. Ysabel y yo cambiamos la agenda. En vez de cocinar y hacer extras en limpieza o jardín, empleamos la mañana haciendo mi maleta con ropita suficiente para 9 días; los 6 del viaje y 3 para las emergencias. 

No zapatos ni tenis.Tampoco cafos (Calf Afos) porque no me puedo parar (todavía…). Dos pares de crocs y ya.

Organizamos los pastilleros y la bolsa de todos los potingos recetados y las vitaminas. Pusimos en orden lo necesario para el aseo, maquillajes, perfume, crema para la piel seca en un clima demasiado frío para una caribeña friolenta, y por supuesto varios chales y un poncho liviano.

Los regalos para los médicos, el personal de Radioterapia y los empleados del hotel; así como mi frisita de jirafa, mi almohadita y mi compu estarían en la maleta de mano.

El sábado fue día de ir de compras/cambios a las tiendas y otras expediciones que detesto. Por la noche, mi esposo se puso a jugar con un sistema de cámaras de seguridad que había comprado, y yo, que debí sincronizar mis equipos, no lo hice.

Nos levantamos a las 3:30 de la madrugada. 

Cuando abrí los ojos, me di cuenta que mis instrucciones no se habían ejecutado; que había muchos bolsos de mano y que la maleta de mano era la maletita de ropa de mi esposo…

A esa hora, ¡a enmendar el entuerto!

Hubo que seguir las Instrucciones de "La Generala", (que soy yo... ) para deshacer su maleta hasta que pudiéramos llevar la menor cantidad de bolsos de mano. 

viernes, 10 de abril de 2015

¡Me solté las amarras!

Que yo dure ocho semanas amarrada, sería un logro digno de portadas mundiales, diría mi Santo Esposo. Así que para no robarle la primera plana a otras noticias, me quité el equivalente del yeso un día antes de cumplirlas.

Bien pude hacerlo a las 6, pero quería estar segura que la señorita Clavícula se sentía pegadita.

“El dolor te va a avisar hasta dónde puedes estirar el brazo. Lo que no queremos es que te quedes con la costumbre de mantener el brazo tan apretado contra el tórax”, había dicho el ortopeda hace dos semanas.

El asunto es que todavía el dolor me grita "todavía, Cassio, todavía!"

A pesar del "aviso", la semana pasada empecé a hacer terapias “oficialmente” con una terapista profesional porque no me quiero anquilosar.

De hecho, ya había empezado a hacer “Cassio-terapias” desde que estrené este blog. Soltarme la muñeca y empezar a mover los dedos sobre el teclado fue la primera fase.

Ahora, voy a buscar el cabestrillo que me pusieron en la Sala de Emergencias para no lastimarme cuando me asistan a entrar al avión.


Falta poquito para que los MRI hablen y digan “Cassio, todo está bien. Desapareció el tumor cerebral”.

sábado, 4 de abril de 2015

Meta urgente: poder abrazar libremente

Mi sobreconfianza, el hecho de que ya desapareció el dolor agudo y continuo, sumado a la capacidad que he desarrollado para escribir con menos dedos… ¡ha tenido resultados nefastos en mi proceso de sanación de la fractura de la clavícula!

Absurdo, pero cierto: debido a que me siento mejor, hago “trampitas” para liberar el brazo del cabestrillo que me aprieta el mollero y la muñeca. Entonces cometo el error de hacer movimientos “prohibidos”, como voltearme hacia atrás, o del lado izquierdo para buscar una servilleta a la hora de la cena.

Además, admito que me desespero y trato de mover la silla de ruedas con las dos manos para no sentirme tan dependiente. El dolor se siente como si te desgarraran el hombro.

Sin embargo, lo más doloroso es no poder mantenerme de pie más de una milésima de segundos para abrazar y besar a mis cuidadores cuando me ayudan en las transferencias.

Ya lo he hecho media dormida, cuando me despego los velcro que me aprietan el cabestrillo. Pero igual pasa cuando estoy despierta y en “cruise control”. El dolor es insufrible y me dura más de una hora, hasta que -¡fuácata!- lo olvido… hago la trampita de despegar el brazo y vuelvo a intentar otro abrazo.

Entiendo perfectamente que para seguir la Ruta hacia la Libertad, voy a tener que aceptar las amarras por varias semanas mas. Solo así podría abrazar a las personas que amo.

martes, 31 de marzo de 2015

Lo que NO voy a hacer

En estos días organizo muchas de las cajas que permanecieron en un almacén mientras se habilitaba nuestro hogar después del fuego que devoró parte de la casa. 

Esas cajas - rotuladas como “Libros”- se habían quedado para el final porque estaban en un mueble que pereció tras el fuego.

La mayoría de los libros se salvaron del fuego y del agua de bomberos, pero no del hollín ni del olor a humo que alimenta mis pesadillas.

El sistema de oxigenación y purificación que se instaló cuando la casa todavía no era habitable, "descontaminó" gran parte de los libros y me recordó lo que siempre he dicho: que los libros necesitan ojos que los descifren, manos que pasen las páginas y personas con la capacidad de sorprenderse.

Entonces, ¿qué hacían tantos libros almacenados en un mueble en vez de ser utilizados?

Nunca he tirado un libro a la basura; ni siquiera los de escuela de mis hijos. Esos eran para reventa, o donación.

Mi esposo insistió en que nos quedáramos con más de 30 de esos “clásicos de la filosofía” para leerlos cuando se jubile. ¡Ja!

Una de mis mejores amigas había inventado una Feria de Libros Usados con el fin de recolectar fondos para un grupo que ayuda a mujeres maltratadas y sus hijos. ¡Y allá fueron a parar los clásico intragables a los 65 años!

Esas lecturas no están en mi agenda ahora que me deslizo con entusiasmo hacia la Ruta de la Libertad.

lunes, 30 de marzo de 2015

Uñas azules, dedos felices

Que recuerde, esta es la segunda vez que me pinto las uñas de un color no tradicional. Eso, sin contar los tonos neón, que me encantan para las uñas  de los pies.

Esta es una de mis tácticas provocativas a los deditos: "despierten, bonitos, que hay mucho por hacer".

El color hace milagros también en las uñas de los pies. Tras un mes de terapias intensivas, pude mover un pie el día que mi comadre me pintó las uñas de violeta, (o verde... no recuerdo). 

Una pena que los médicos no conozcan el poder curativo de las manicuras/pedicuras. Aunque, acá entre nos, estoy segura que lo saben, pero les da vergüenza firmar la receta.  
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