El aterrizaje fue glorioso para mí y para los pasajeros que
compartieron filas con incordios.
El chofer hindú nos estaba esperando a
nosotros y a los $65 ($60+ propina). Lo encontramos como siempre: con pocas palabras. Ya sabía (mediante mensaje
de texto) que viajábamos con dos maletas pequeñas, una de mano, mi bolso y el GoGo
de 4 ruedas. A mi esposo se le ocurrió llevar el maletín y su compu de trabajo
(no sé para qué).
Llegamos bajo un tremendo aguacero, pero el taxi nos esperaba bajo
techo. A mí sólo me preocupaba el pie “de plomo” de Issa en el acelerador. No
le puedes pedir a un hindú que deje de mirar el GPS de una ruta que conoce de
memoria y que baje la velocidad de su taxi/city car/deluxe negro.
Pero tampoco quería que muriéramos fuera de nuestro país, en
un accidente de tránsito mientras nos dirigíamos a un hospital donde trataban
de ayudarme a extender mis días y a alcanzar mejor calidad de vida.
Creo que Issa interpretó nuestro pánico al mirar mi palidez
facial y la cara de jugador de póker de mi Santo Esposo.
Cuando por fin redujo la velocidad, pude mirar el skyline de la ciudad de Houston. El mismo del viaje de agosto del 2010, cuando me hicieron la primera craneotomía fuera de mi país. El mismo que vimos en el viaje de seguimiento seis meses después. Más o menos el mismo de mayo de 2014 y parecidísimo al del 1ro. de septiembre de 2014, cuando fuimos para el proceso de las 28 radiaciones.
El hotel para los pacientes no hospitalizados todavía no había recibido la primavera, pero no nos hicieron falta las flores. La alegría de maleteros, conductores del trolley y todo el personal, validaron la estación...
Cuando por fin redujo la velocidad, pude mirar el skyline de la ciudad de Houston. El mismo del viaje de agosto del 2010, cuando me hicieron la primera craneotomía fuera de mi país. El mismo que vimos en el viaje de seguimiento seis meses después. Más o menos el mismo de mayo de 2014 y parecidísimo al del 1ro. de septiembre de 2014, cuando fuimos para el proceso de las 28 radiaciones.
El hotel para los pacientes no hospitalizados todavía no había recibido la primavera, pero no nos hicieron falta las flores. La alegría de maleteros, conductores del trolley y todo el personal, validaron la estación...