Mi pasión por la cocina había servido como puerta de entrada a la vida de esta fabulosa diosa de calderos y rodillos. Ella ya era famosa entre miles de norteamericanos por su programa de televisión,
Parecía un poco loca; felizmente loca, diría yo. Tan alta y voluminosa era, que ollas y utensilios se veían chiquititos entre sus manotas.
No está entre mis planes aspirar a ser una julia child en chiquito. Pero certifico que ya estoy afilando los cuchillos (de cocina) en lo que llega al punto de ebullición mi entrada a la Ruta de la Libertad.
Todavía no sacio mi apetito por la Vida.
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